Cuando Jessica se despertó recordaba muy poco de los días que había pasado en el hospital y de sus pequeños momentos de lucidez, para ella todavía faltarían un día o dos para el funeral de Jake y debía estar presente.
Desesperada por recuperar el tiempo perdido se intentó levantar de la cama, pero cada músculo dolía y no respondían ante sus deseos. Miró a su alrededor y vio a su madre, que estaba en una esquina, dormida.
- Mamá…
- ¡Jess! -inmediatamente su madre, Rose, despertó.- ¿Qué tal estás mi amor?
- Me duele todo, pero no importa. Mamá ,ayúdame, debo ir al funeral de Jake.
- Lo siento mi niña, eso fue hace una semana, hablé con Susan y le expliqué que pasó.
- Pero… -las lágrimas comenzaron a salir- Yo debía estar ahí, con él, despedirme.
- Ahora debes descansar, cariño. -Rose acariciaba suavemente su pelo.
- ¿Cuándo me dan el alta?
- Suponemos que mañana, aún estás muy cansada, pediré que te traigan comida, y repongas tus fuerzas.
Su madre salió de la habitación y Jess se recostó a su cama, suspirando. Miró pasar a las personas a través del cristal. Se fijó en una chica que le resultaba familiar, tenía recogido el pelo en una coleta y pasaba por allí distraídamente mirando a todos los lados.
Sus miradas se encontraron y la chica sonrió. Debía ser alguna enfermera que la hubiera atendido, estaba vestida con esos típicos uniformes de residentes y entró.
- ¿Puedo ayudarla en algo?
- No gracias, estoy bien.
- Me alegro que sea así.
Sus ojos volvieron a tomar contacto. Había algo en esos ojos verdes de la enfermera que la hipnotizaban, Jess comenzaba a sentirse nerviosa, y en ese momento la chica quitó la mirada.
- Perdona… ¿cómo te llamas? -preguntó Jess avergonzada.
- Me llamo Crystal, encantada, y tu eres Jessica.
- Si, lo siento, pero me resultas familiar.
- Tómame como una aliada porque eso es lo que soy. Ahora estás en grave peligro, tal como lo estaba Jake, debes recuperarte pronto, y cuando lo hagas te ayudaré. Estas en mal estado, cuando salgas de aquí llámame y hablamos.
Diciendo esto la chica dejó a los pies de su cama un trozo de papel con su número y salió de la habitación dejando a Jessica confundida. Poco después Rose entró con comida, la cual Jess recibió de muy buen gusto.
Esa noche en el hospital tuvo pesadillas, y la chica de ojos verdes estaba en ellas.