jueves, 22 de agosto de 2013

Hora de decir adiós. Capítulo 4

Cuando Jessica se despertó recordaba muy poco de los días que había pasado en el hospital y de sus pequeños momentos de lucidez, para ella todavía faltarían un día o dos para el funeral de Jake y debía estar presente.


  Desesperada por recuperar el tiempo perdido se intentó levantar de la cama, pero cada músculo dolía y no respondían ante sus deseos. Miró a su alrededor y vio a su madre, que estaba en una esquina, dormida.


  - Mamá…


  - ¡Jess! -inmediatamente su madre, Rose, despertó.- ¿Qué tal estás mi amor?


  - Me duele todo, pero no importa. Mamá ,ayúdame, debo ir al funeral de Jake.


  - Lo siento mi niña, eso fue hace una semana, hablé con Susan y le expliqué que pasó.


  - Pero… -las lágrimas comenzaron a salir- Yo debía estar ahí, con él, despedirme.


  - Ahora debes descansar, cariño. -Rose acariciaba suavemente su pelo.


  - ¿Cuándo me dan el alta?


  - Suponemos que mañana, aún estás muy cansada, pediré que te traigan comida, y repongas tus fuerzas.


  Su madre salió de la habitación y Jess se recostó a su cama, suspirando. Miró pasar a las personas a través del cristal. Se fijó en una chica que le resultaba familiar, tenía recogido el pelo en una coleta y pasaba por allí distraídamente mirando a todos los lados.


  Sus miradas se encontraron y la chica sonrió. Debía ser alguna enfermera que la hubiera atendido, estaba vestida con esos típicos uniformes de residentes y entró.


  - ¿Puedo ayudarla en algo?


  - No gracias, estoy bien.


  - Me alegro que sea así.


  Sus ojos volvieron a tomar contacto. Había algo en esos ojos verdes de la enfermera que la hipnotizaban, Jess comenzaba a sentirse nerviosa, y en ese momento la chica quitó la mirada.


  - Perdona… ¿cómo te llamas? -preguntó Jess avergonzada.


  - Me llamo Crystal, encantada, y tu eres Jessica.


  - Si, lo siento, pero me resultas familiar.


  - Tómame como una aliada porque eso es lo que soy. Ahora estás en grave peligro, tal como lo estaba Jake, debes recuperarte pronto, y cuando lo hagas te ayudaré. Estas en mal estado, cuando salgas de aquí llámame y hablamos.


  Diciendo esto la chica dejó a los pies de su cama un trozo de papel con su número y salió de la habitación dejando a Jessica confundida. Poco después Rose entró con comida, la cual Jess recibió de muy buen gusto.

  Esa noche en el hospital tuvo pesadillas, y la chica de ojos verdes estaba en ellas.

sábado, 17 de agosto de 2013

Hora de decir adiós. Capítulo 3

La ida hacia el pueblo de Jake estaba siendo “jodidamente dolorosa”. Justo eso había pensado. Antes se había vuelto a dormir, oliendo el aroma de Jake en la cama, y había estado tan aturdida en el tiempo que pasó despierta, que fue sólo cuando se dirigía manejando en su deportivo hacia el pueblo, cuando realmente se vio afectada.


  Sus manos con dificultad se mantenían en el volante, su visión se nublaba continuamente por las lágrimas que afloraban una y otra vez sin cesar. Por primera vez en el día no tuvo que llamar a nadie, estaba sola, tenía tiempo de pensar.


  Y ella no quería pensar, porque recordaría momentos felices que ahora se veían dolorosos. Vivir con Jake había sido toda una experiencia, nueva en muchos sentidos. Aquí estaba, haciendo justo lo que no quería. Pensar.


  Puso “Scream”, de Avenged Sevenfold, a sonar en su coche, con el volumen a tope. Suspiró calmándose, y empezó a cantar. Debía mantener el control sobre sí misma. Miró a la carretera secándose las lágrimas poco a poco.


  Entonces su móvil vibró. Tenía un sms. Sabía que era incorrecto mirar el móvil mientras conducía, pero podía ser su suegra, o su padre. Sin apartar la vista de la carretera, con una mano anduvo en su bolso, situado en el asiento a su lado.


  Cuando miró el mensaje se quedó sorprendida y desconcertada. El número era desconocido, y sólo decía: Cuidado. No entendía el significado de este, frunció el ceño molesta, y suspiró mirando nuevamente hacia delante.


  ¡Había un hombre ahí! Parado delante de ella a pocos metros. Era robusto y alto, sus músculos eran la envidia de cualquier fisiculturista, sus pantalones estaban hechos jirones y no llevaba camiseta. Su pecho lleno de sangre parecía de piedra, y no se veía su cara. Llevaba una máscara, era totalmente negra, con una equis blanca en la boca.


  Giró bruscamente, a tiempo para no chocar con aquel raro hombre, pero para su pobre suerte, chocó contra un árbol.


  El choque la sacudió fuertemente, se mantuvo en su asiento debido al cinturón de seguridad, pero su cabeza se agitó por la sacudida, dando contra el volante. Los cristales estallaron, algunos haciéndole daño. Su airbag se abrió, dejándole momentáneamente sin respiración, y no pudiendo resistir más, se rindió.


  Despertó camino al hospital, iba en una ambulancia, oía voces distantes de las que no podía entender nada, captaba palabras al azar como “contusiones”, “familia”, “gravedad”. Le dolía cada respiro que daba, miró su mano, e intentó mover un dedo, pero moverse era algo que no quería, dolía como el infierno el solo luchar por su vida.


  Volvió a perder la conciencia. Para cuando la recobró estaba en una habitación de algún hospital, y sus padres estaban ahí, igual que su mejor amiga, los tres abrazados, consolándose, no notaron que había abierto los ojos, y ella no quería que lo hicieran.


  Miró detrás de ellos, donde una delgada y alta chica, de pelo negro y lacio la miraba. Frunció el ceño, quería saber quién era ella, pero su garganta estaba seca y adolorida, y estaba totalmente drogada. Volvió a dormir.

  Lo siguiente que recuerda es haber despertado, la chica seguía allí mirándola, sonreía pero sin malicia, la miraba de modo protector. Se acercó a ella, sabiendo que la veía y susurró en su oído: “te dije que tuvieras cuidado”. Acto seguido la miró a los ojos y se inclinó dándole un pico. Y volvió a ser todo negro.

martes, 6 de agosto de 2013

Hora de decir adiós. Capítulo 2

Jessica pasó los siguientes días ayudando a Betsabé, su amiga, a organizar la boda. Centrarse en eso la ayudaba a no pensar en Jake, quién mandaba un mensaje todos los días sobre las 12:00pm, porque ella solía descansar a esa hora.


  Esa mañana Jessica despertó un poco tarde, tenía que ir con Betsy a elegir un vestido de boda, pero por suerte faltaba un buen rato. Se duchó, tomó el desayuno, llamó a sus empleados en la tienda de tatuajes, entre otras cosas. Todo iba bien.


  No fue hasta la tarde, cuando iba con el coche camino a la tienda de vestidos de boda, cuando se preocupó. No había recibido ni un solo mensaje de Jake, y ya hacía un buen rato desde el mediodía. Eran las 3:00pm y no sabía de él.


  “Bueno, ya me llamará” pensó mientras aparcaba el coche y salía al encuentro de su amiga que la saludaba con la mano y sonreía.


  - Hola cariño, ¿cómo estás? -preguntó Jess.


  - Nerviosa, espero encontrar el vestido adecuado.


  - Lo harás, venga, entremos.


  
  Entraron a la tienda, en la cual estuvieron una hora o más probando vestidos para Betsy, que no se decidía por ninguno.


  Cuando desistieron, salieron de la tienda y hablaron de quedar en dos días para ir a otra. Con eso, Jess se despidió y se fue a su casa.


  Ya en su casa, se puso el pijama y tomó helado. Esos días sin Jake habían pasado demasiado lentos y demasiado rápidos a la vez. Le echaba de menos.


  Jake... sintió una punzada en el pecho. No le había llamado, ni pasado un sms si quiera, a lo mejor es que estaba ocupado, pero siempre sacaba tiempo para ella. “Bueno, lo más posible es que esté en el funeral y acompañando a su madre, que detesta que me  llame”.


  Intentando pensar en otra cosa la chica se sentó en su sofá, delante del televisor y lo encendió, cambiando de canal hasta encontrar alguno donde hubiera una película que le gustara. En uno estaban poniendo “The Ring”... “Bueno, se puede ver”. Encogiéndose de hombros puso atención a la peli, pero no había pasado ni media hora y se había quedado dormida.


  Despertó a las 6:23am, cuando su móvil reproducía Highway to Hell, de ACDC, su timbre de llamada. Lo cogió enseguida, extrañada.


  - ¿Diga? -Jessica aún adormilada se levantó del sofá estirándose.


  - ¿Jessica? Soy Susan.
  - ¿Susan? ¿Qué ha pasado? -respondió despertándose por completo de golpe, que su suegra la llamara era extraño.


  - Es Jake...


  - ¿Qué le pasa? ¿Ha enfermado? ¿Es otro ataque de asma? Dígamelo, por favor.


  - No... No es eso -su voz temblaba-. La policía me ha despertado hace apenas media hora, han encontrado el cadáver de Jake...


  - ¿Cómo? -Sus piernas le fallaron y calló en el sofá, comenzaba a marearse.


  - Estaba raro desde que llegó, y estos días le he visto... había visto poco. Le han encontrado cerca del río, al parecer le dejaron ahí luego de matarle.


  - Por favor, dígame que no es cierto.


  - Jessica mi hija ha muerto hace poco, no bromearía con eso.


  - Claro, perdone. ¿Qué hará con el cuerpo?


  - Lo enterraré aquí, junto a su hermana, te llamaba por si querías venir al funeral. Sabes que no eres de mi agrado, pero tienes ese derecho.


  - Si, claro -la voz de Jessica comenzaba a quebrarse, mientras intentaba no perder la calma-, esta noche salgo hacia allá.


  - Adiós.


  - Adiós...


  Cuando colgó el móvil, automáticamente las lágrimas salieron de sus ojos a borbotones. Se duchó lentamente, sin ganas, aún llorando. No parecía tener conciencia de lo que hacía porque su mirada estaba perdida.

  Luego de vestirse de negro, llamó a todos sus conocidos y dijo que se iría unos días. Hizo las maletas, y se tiró en la cama oliendo la almohada de Jake, hasta que se hizo de noche. Era hora.

domingo, 4 de agosto de 2013

Hora de decir adiós. Capítulo 1.

Hora de decir adiós


  Jessica abrió poco a poco los ojos, veía borroso y la luz que inundaba la habitación no ayudaba. Se frotó los ojos y pestañeó continuamente. Un fuerte brazo la rodeaba, atrayendola hacia un musculoso cuerpo que conocía.


  Su novio, Jake, estaba despierto. La miraba con esos ojos negros que parecían un abismo. La chica lo miró sonriendo, estaba feliz, eso era vida, la buena vida.


  Jake tenía 26 años, era el típico protagonista de película: alto, musculoso, de pelo negro, piel bronceada, ojos igual de negros que su cabello y una personalidad alegre. Era un chico valiente, pero poco más se podía decir de él sin que fueran conjeturas, nunca se sabía que esperar de él. Jess amaba eso, cada día era como conocerle de nuevo.


  Jessica, de 25, era, en cambio, delgada, alta, pelirroja, de ojos azules, piel extremadamente blanca, y una personalidad fuerte cuando se necesitaba. Solía mostrarse dulce pero no se dejaba pisotear. Una buena pareja, eso estaba pensando ella.


  - Buenos días dormilona. -dijo él besándola.
  - Buenos días amor. -Jess bostezó y después de eso dió un pico a su novio.


  Como una rutina, Jake sonrió y apartó su brazo, permitiendo que su chica saliera de la cama rápidamente con alegría hacia el baño, donde se duchaba, y arreglaba para el día que le esperara.


  Jess estaba en la ducha, lavaba su largo pelo rojo, con su piel un tanto rosa por el agua caliente. Entonces sintió el teléfono, y oyó que su novio contestaba. Feliz sonrió sin prestar mucha atención. Pensó en el apartamento en que vivían juntos, tan grande, moderno, tantos momentos felices dentro de esas paredes. Dejó que su mente se perdiera en esos pensamientos por un rato.


  Terminó de ducharse y salió al cuarto envuelta en una toalla negra y unas zapatillas. Iba a cambiarse de ropa cuando vio, para su sorpresa a Jake con una maleta en la cama, llenándola de ropa, a toda prisa y con el semblante blanco.


  “Dios, me va a dejar” fue el primer pensamiento de la chica.


  - ¿Qué es esto, Jake? ¿Qué pasa?


  Jake la miró con expresión angustiada.

  - Era mi madre, hay problemas familiares. Debo ir por un tiempo.


  Jessica entendió; ella y Jake sabían perfectamente por qué él no hacía alusión a que ella fuera. Jess no quería volver a ver a su suegra.


  Se llamaba Susan, y desde la primera vez que la vio mostró abiertamente su descontento por que su hijo estuviera con una tatuadora. Desde ese entonces ninguna se miraba a la cara sin mostrar desprecio.


  - ¿Te ha dicho que ha pasado?


  - No, sólo sé que es grave. Estaba llorando, me ha preocupado mucho. Tranquila cariño, volveré lo más pronto que pueda, no hace falta que vengas conmigo. -diciendo esto terminó de empacar, y ya vestido dio un beso y un abrazo a Jess y se fue.


  Tras de él dejó a su novia preocupada. La chica se miró en el espejo y esta vez ya no tenía deseos de sonreír. Asuntos familiares ¿eh? Todo eso le daba mala espina, pero debía vestirse, había quedado con su mejor amiga para organizar su boda.

Información

A ver, os cuento, este blog es de hace mazo, así que lo he empezado casi de 0, y básicamente lo que quiero es dejaros aquí mis cuentos, ¿los leeréis? no, pero me la suda.

jueves, 21 de junio de 2012

Novelita e//////e


No es la primera vez que sucede... nuestro “yo” interior no se puede reprimir siempre, menos cuando está en la sangre. ¿Está en mi sangre el ser como soy? Ya son muchos años los que pesan sobre mis hombros, muchas arrugas que camuflan mi rostro. Aprovecho mis breves momentos de lucidez para escribir mi historia. No la leerá nadie; hay momentos en que la vida me quita toda percepción del tiempo y del espacio. Mis ojos contemplarán mi historia como otra cualquiera. 

e.e es el primer párrafo de mi novela, quien no le guste le hago cosquillas hasta que si le guste :3